Si miramos atrás en el tiempo, la educación había sido abandonada por el estado, no se fijaba nadie en lo que sucedía realmente en ese ámbito. Solo como referencia, no existía siquiera un curriculum nacional, había menos de un 60 por ciento de profesores ganadores de concursos, la educación pública no era gratuita, no había exámenes nacionales, no se entregaban libros de textos… Era una situación bastante complicada.
En los últimos años se recuperó la rectoría del sistema educativo, se eliminó las barreras de acceso y se mejoró la calidad en ese campo. Eliminar las barreras de acceso quiere decir que todos los niños, niñas y jóvenes que estén en edad de asistir a la escuela lo puedan hacer. Antes, imaginémonos, a una familia de cinco hijos, la educación le costaba 25 dólares por niño, tenían que escoger cuál de ellos iba a estudiar y el resto se quedaba fuera, pone el ejemplo el ministro de Educación, Fander Falconí.
No fue fácil, pero se ha conseguido la gratuidad absoluta de la educación y estamos en 96 por ciento en cobertura de educación general básica.
Con la educación inicial básica el salto fue importante. Hace diez años había solamente 6.000 niños estudiando y actualmente tienen acceso a la educación 60.000.
Más del 90 por ciento de los profesores tienen nombramiento y han pasado de cobrar menos de 200 dólares a 800. Se ven resultados gigantes en la inclusión educativa, la educación intercultural bilingüe, se crea institucionalidad alrededor de la educación superior que estaba abandonada.
La educación con calidad tiene que ser equitativa, fomentar la justicia, la solidaridad, la innovación, que va más allá de lo simplemente académico.
Felicidades a la Zona 2 por lo que se está logrando en Educación, en las provincias de Pichincha (rural), Napo y Orellana.